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San Francisco

La última etapa de nuestro viaje nos llevaría hoy hasta San Francisco, la ciudad del Golden Gate, las calles empinadas y los tranvías, jejeje

Como era nuestro último día con el coche de alquiler, madrugamos para intentar aprovechar al máximo el día. A las 7 de la mañana abandonamos la cabaña y pusimos rumbo a San Francisco. Teníamos unas tres horas y media de viaje.

Paramos en Mariposa a desayunar en un bar típico de carretera. ¡Estos sitios nos encantan!

Durante el desayuno estuvimos recordando los buenos momentos que habíamos pasado durante el viaje. Supongo que, sin quererlo, nos estábamos dando cuenta de que el viaje estaba llegando a su fin…

Después de soltar cuatro lagrimillas (es que estas cosas nos ponen muy tristes), seguimos camino. Según nos íbamos acercando a la costa, el cielo se fue cubriendo de nubes.

Y cuando llegábamos a Oakland para atravesar el puente de la bahía (Bay Bridge) se puso llover. ¡Qué digo llover! Caían chuzos de punta… y encima se echó la niebla . La lluvia nos trastocó totalmente los planes que teníamos. Decidimos no subir a la colina de Twin Peaks ya que, con la niebla, apenas se vería nada, así que nos fuimos directamente al Golden Gate. Os parecerá una tontería, pero nos gusta sacar fotos cuando atravesamos puentes ‘famosos’.

Como no teníamos ya mucho tiempo, paramos en el mirador que hay nada más atravesar el puente e hicimos la típica foto… también nos acercamos hasta Sausalito, aunque ni siquiera nos bajamos del coche.

Ya de vuelta en San Francisco nos fuimos a bajar por la serpenteante calle Lombard. Con el suelo mojado, impresiona aún más.

Tras comer y devolver el coche de alquiler, fuimos a la oficina de turismo de la plaza Hallidie (Market con Powell) a comprar el abono de transporte (MUNI) para tres días. Nos costó $20 a cada uno, pero si te vas a mover un poco, merece la pena. (Cada viaje en tranvía cuesta $5 y creemos que han subido algo las tarifas desde nuestra vuelta)

A pesar de la lluvia, pasamos la tarde recorriendo algunas partes de la ciudad. Nob Hill con sus empinadas calles, China Town con sus calles decoradas e incluso montamos en los famosos tranvías (cable car). Lo único bueno de la lluvia es que hace desaparecer los turistas de las calles, así que no tuvimos que esperar para coger el tranvía en las principales paradas. Os ponemos algunas fotos del recorrido que hicimos.

Al final de la tarde, nos acercamos al muelle 39, a ver el ambiente. Cuando empezó a oscurecer, nos volvimos al hotel confiando que al día siguiente mejoraría el tiempo y podríamos disfrutar de esta bonita ciudad.

El segundo día en San Francisco amaneció con el cielo cubierto, aunque no llovía ¡¡menos mal!! Desayunamos en el hotel (estaba incluido en el precio) y nos fuimos a visitar el Japanese Tea Garden. Los lunes, miércoles y viernes es gratis si vas antes de las diez de la mañana, así que aprovechamos para ahorrar algo de dinero… (¡¡A estas alturas del viaje, jejeje!!)

Es un jardín japonés, lleno de plantas, bonsáis, lagos, puentes. En definitiva un precioso lugar para dar un paseo tranquilo. Además, como fuimos prontito, apenas había media docena de personas a parte de nosotros con lo que el silencio era absoluto. ¡Un verdadero remanso de paz y tranquilidad!

Como el tiempo no nos había dejado disfrutar de nuestro primer día de visita, volvimos a callejear por la zona de Nob Hill. Calle ‘parriba’ calle ‘pabajo’. Como podéis ver había bastante más gente esperando para montar en los tranvías turísticos que el día anterior.

Como eso de patear las calles da hambre, paramos a comer en un bar que nos pareció que tenía buena pinta. El Loris Diner. El bar está ambientado en los años 50 y la verdad es que nos gustó mucho…

Por la tarde, nos dedicamos a recorrer las zonas que habíamos estado el día anterior, pero que el mal tiempo no nos había dejado disfrutar.

Para acabar el día, nos acercamos a Alamo Square para fotografiar las Painted Ladies al atardecer.

Nuestro último día en San Francisco decidimos tomárnoslo con tranquilidad. Llevábamos ya 24 días de viaje y la verdad es que se notaba.

Como no habíamos podido disfrutar del Golden Gate el día que llegamos, pensamos que una buena manera de verlo, sería atravesarlo andando. Yendo tranquilos y sacando fotos, tardamos aproximadamente una hora en llegar al mirador del otro lado.

Aunque ya habíamos oído hablar de ellos, nos sorprendió ver los teléfonos que hay para la gente que tiene tentaciones de tirarse al vacío.

La verdad es que es un paseo muy agradable. Otra opción es alquilar una bici, pasar el día en Sausalito y luego regresar en ferry, pero nosotros no teníamos tiempo ya que todavía teníamos que hacer unas compras de última hora.

Mientras esperábamos al autobús que nos devolvería al downtown, vimos un pequeño pajarito que se posó en una rama de un matorral. ¡un colibrí! Nunca habíamos visto ninguno. Son súper-rápidos y no fue fácil pillarles en vuelo.

Después de las compras, comimos y nos fuimos a la zona de los muelles. A las 6 de la tarde teníamos reservada la visita a la Isla de Alcatraz, así que estuvimos dando una vuelta por allí hasta que se hizo la hora. Fuimos a ver si veíamos los famosos leones marinos que suelen habitar en los muelles, pero sólo había cuatro, aunque dos de ellos estuvieron haciéndose unos cariños, jejeje

Cuando fue la hora, fuimos hacia el muelle 33, enseñamos las entradas que llevábamos impresas desde casa y esperamos que nos llamaran para embarcar. El viaje duró aproximadamente quince minutos, así que no se hace largo…

En la isla nos esperaba un Ranger que hizo de guía durante la primera parte del recorrido (hasta que llegamos al edificio principal). Allí nos dieron el audio-guía (en español) y en ese momento, comenzó la visita por libre siguiendo los puntos que iba marcando el aparatillo. La vista está curiosa y nos lo pasamos muy bien. La zona del hospital sólo está abierta si reservas el tour de las 6 de la tarde.

Aunque el último ferry salía de la isla a las nueve y media, nosotros ya habíamos acabado la visita, así que preferimos volver a San Francisco en el de las nueve menos cuarto y así veríamos el atardecer sobre la ciudad.

Como ya era de noche y no estábamos seguros hasta qué hora había autobuses para llegar al hotel, preferimos marchar y cenar cerca del hotel. Así todo, cuando llegamos, nos costó encontrar un sitio donde cenar que no fuera un Mc’Donals.

El día de regreso nos lo tomamos con mucha calma. Habíamos contratado un servicio de transporte al aeropuerto que nos vendría a buscar al hotel al mediodía. Desayunamos tranquilamente y tras hacer las maletas (!!jo*** lo que nos costó volver a meter todo!!), salimos a dar un paseo por los alrededores del hotel.

A la hora prevista, nos vinieron a buscar con una furgoneta de esas con 9 plazas. Pasamos por un par de hoteles a recoger a otras personas y sobre las doce y media estábamos en el aeropuerto.

Airfrance nos había avisado un par de días antes, que nuestro vuelo retrasaba su salida una hora. Aunque en San Francisco esto no tenía importancia, en París nos hacía perder el enlace hasta Bilbao y aunque nos dieron asiento para el siguiente vuelo, tuvimos que estar un par de horas más de lo previsto en París y la verdad es que se nos hicieron eternas.

En el control de Pasaportes, tenían la maquinita esa nueva que te ve ‘por dentro’. Había un cartel avisando que estaba en pruebas y que no era obligatorio ‘todavía’ pasar a través de ella. Así todo, yo lo probé (igual me hacía cosquillas y todo…). Apenas tarda unos segundos.

Mientras tanto, en el aeropuerto cada uno pasaba el tiempo como podía. La espera en un aeropuerto se puede hacer muuuuuy larga.

Vimos que se acercaba un avión muy grande a la zona de embarque donde nos encontrábamos. Era nuestro Avión, el Airbus 380. Aunque por fuera parece enorme, en la clase turista los huecos entre asientos, nos parecieron iguales que en otros aviones que hacen la ruta transoceánica. Eso sí, para entretenimiento, teníamos de todo. TV, un pequeño videoclub, video-juegos, etc… Os ponemos algunas fotos del ‘peazo bicho’

Lo que no sabíamos es que, con tanta tecnología, seguían aparcando los aviones a ojo, jejeje

A la (segunda) hora prevista, embarcamos y salimos sin problemas hacia París. A través de las cámaras exteriores del avión, se puede ver cómo se realiza el despegue.

Cuando llevábamos un par de horas de viaje, sobrevolamos el estado de Wyoming y pudimos ver la cordillera de Grand Teton. ¡Qué recuerdos!

Y poco después, nos dieron de cenar y nos dijeron que nos teníamos que ir a la cama, jejeje. Nos bajaron las cortinillas y también la luz ambiente. El que pudo se echó un sueñecito.

Tras aproximadamente 10 horas de vuelo, aterrizamos en París. Tras cambiar de terminal, tuvimos que volver a pasar el control de pasaportes. ¡Qué pesados! Y aquí nos pasó lo que nunca nos había pasado en otros aeropuertos. Nos hicieron sacar todas las cosas de la cámara de fotos (cuerpo, objetivos, filtro, etc…) y pasarlos en el escáner en una bandeja aparte. Cuando la chica de seguridad vio la cantidad de cosas que llevábamos, flipó en colores.

¡Esto se ha acabado! Una verdadera pena. La verdad es que ha sido un viaje de los que no se olvidan. Hemos atravesado seis estados, 8000 kms. y nos hemos traído la friolera de casi 11.000 fotografías.

Todas las fotos que hemos puesto en el blog (y algunas más …) están geo-localizadas en nuestra galería de Flickr, así podréis saber la localización exacta de los lugares que hemos visitado.

Esperamos que os haya gustado nuestro relato.

Anna & Oskar